Esther

Lo profesional

Diplomada en Turismo, ciclo medio en Agricultura Ecológica y curso de Mediación comunitaria. 

Lo importante

Mamá de Fallou, enamorada de la naturaleza y de los detalles pequeños.

Hacer "woofing" con niños

El verano pasado decidimos emprender un viaje. Una amiga, nuestros respectivos hijos de 9 años y yo, de una forma más alternativa y que nos acercara de una manera más próxima a la naturaleza. Estuvimos barajando diferentes opciones y entre todas ellas nos decidimos por hacer de Woofer. Para aquellos que no estáis familiarizados con este término, consiste en el trabajo de voluntariado en algún proyecto de agricultura ecológica y sostenible. El destino fue seleccionado un poco por azar, queríamos que fuera dentro de Europa para poder realizar el camino por carretera y en base a eso pusimos sobre la mesa diferentes lugares de los cuales salió como favorito Amsterdam.

A partir de aquí nos pusimos en contacto con varios proyectos que en sus condiciones contemplaban la posibilidad de viajar con niños y es así, como se cruzó en nuestro camino Terragon.

Terragon ( Tierra de Dragones ) es un bosquecito mágico habitado por personas también mágicas que nos nutrieron de cosas bonitas durante nuestra estancia. El proyecto consistía en un casal de verano donde acudían niños y niñas de diferentes edades y procedencias que tenían como objetivo común moverse en libertad según sus necesidades en plena interacción con la natura. Otro de los proyectos del lugar era la elaboración de aceites esenciales y el cuidado y trabajo de la tierra para que estas plantitas sacaran lo mejor de ellas de manera respetuosa. 

Nuestro trabajo se desarrolló en ambas tareas. Dependiendo del día hacíamos acompañamiento en el casal y en otras ocasiones cuidábamos de las plantas aportando los trabajos necesarios para su desarrollo. Las horas de trabajo fueron bastante flexibles, desde el inicio fueron muy comprensivos ya que viajábamos con los niños. Entre semana trabajábamos no más de 6 horas y el fin de semana nos quedaba libre para poderlo disfrutar con la familia que vivía en el lugar y otros woofers venidos desde diferentes partes del mundo. La convivencia fue preciosa, tanto los niños como nosotras nos sentimos felices en todo momento, nos convertimos en una gran familia. La coordinación de las tareas diarias fluía por si sola. El idioma nunca fue un inconveniente, teníamos como lengua en común el inglés pero también se hablaba español, francés y holandés. 

Nos alojamos en medio del bosque en una tienda de campaña grande, otros woofers se alojaban en caravanas y antiguos vagones de madera. Fueron 15 días llenos de magia, nuestros hijos pudieron conocer y convivir con personas de culturas diferentes y nutrirse de ellas, de igual manera ellos también aportaron.

Hicimos varios viajes en comunidad y visitamos diferentes proyectos sociales.Decir que es una experiencia maravillosa para cualquier persona abierta a compartir y adquirir conocimientos de diferentes culturas y maneras de vivir.