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Blog - Guías de viajes y experiencias de viajeros

Los 8 motivos por los cuales hacer una Working Holiday te cambia la vida

Lo que aprendí en Nueva Zelanda viajando con una visa de trabajo

Vas a aprender a no salir corriendo cuando las cosas salen mal

Mi llegada a Nueva Zelanda no fue fácil. Una de mis amigas viajaba sin VISA de trabajo, la retuvieron en inmigración y ella no hablaba inglés. No nos dejaron quedarnos con ella, ni llevar ninguna de sus cosas. No nos quedo otra que ir a la salida del Aeropuerto y esperarla ahí. Después de todo el esfuerzo, las mil horas de vuelo, la iban a mandar de vuelta a Argentina. No lo podíamos creer. Esperamos una hora eterna, hasta que escuchamos la llamada por el altavoz del aeropuerto.

Me llamaban a mi, por nombre y apellido para que levantara un teléfono y hablara con inmigración. En inglés después del viaje más largo de mi vida. Levanté un teléfono, enseguida me ponen en contacto y me explican que la dejaran pasar, pero que si a los tres meses no estaba abordando su avión con regreso a Argentina nos buscaría la interpol a las tres. Me temblaba todo, recién llegadas, fue uno de los peores momentos del viaje.

Por suerte, la historia tiene final feliz. Mi amiga se fue del país a los 3 meses y volvió al año siguiente con la visa que corresponde y hoy hace dos años que vive ahí. Humilde consejo: no viajen sin las visas que corresponden. No es la manera, jamás lo fue, respetemos las reglas del juego porque cada vez que no lo hacemos nos perjudicamos todos.

Después de la amenaza de búsqueda de la interpol, nos tomamos algunos días de Relax para ver Auckland. Empezaba la temporada de cítricos en Gisborne, la primer ciudad del mundo en ver el amanecer, tenia que ser buena señal así que nos tomamos un bus hacia allá.

Vas a hacer un master en finanzas

Llegamos de noche, con la típica impracticidad del viajero novato, acarreábamos un montón de cosas, que luego entenderíamos no tenia sentido. Terminamos en un hostel de mala muerte. Exhaustas y bastante frustradas, porque no estábamos organizadas, y eso, cuando viajas impacta en el presupuesto. Llegábamos de noche a los lugares, sin reserva, no teníamos internet, algo iba a tener que cambiar, pero necesitábamos tiempo.

Al día siguiente salimos a buscar trabajo y casa. Sin suerte, pateamos la ciudad varios días.

Vas a hacer amigos para toda la vida

Una semana más tarde apareció el primer regalo que me dio Nueva Zelanda, la que se convertiría en mi compañera de viaje y mejor amiga. Nos encontramos con dos Argentinas y un Uruguayo que nos subieron en su auto para hacer una recorrida dejando cvs en las granjas y nos dieron una  habitación en la casa donde ellos vivían.

Vas a encontrar otras lugares en el mundo a los cuales llamar casa

 

Esa fue mi primer casa lejos de casa, pasamos del hostel de mala muerte a la casa de Erika, una kiwi que vivía con sus dos hijos, Mila y Sam. Erika es una de las personas más dulces que conocí, paciente, de esas personas que agradecen todo. Tenia su huerta en el jardín, y cada día veíamos como le enseñaba a Mila y a Sam a recolectar, a plantar, a comer sano. Se los veía disfrutando la infancia, preguntando todo. Yo soy la mayor de 4 hermanas así que estoy acostumbrada al caos de niños, juguetes por todos lados, no lo podía  evitar cada vez que pasaba por el living me enganchaba en alguno de sus juegos, y me empezaba a encariñar y las cosas empezaban a fluir, y que lindo fue encontrarlos! Esa fue mi primer familia lejos de casa, cuanto la necesitaba!

Vas a aprender que la vida es de los que escriben un cartel con un SI GIGANTE y se lo pegan en la frente

En Gisborne, o Gizzy como le dicen los locales, conseguimos nuestro primer trabajo. Picking de mandarinas. Nos levantábamos bien temprano en pleno invierno, desayunábamos con olor a leña, todavía quedaban las ultimas brazas de la noche en la salamandra. Nos vestíamos por capas, muchas capas, medias de lana, gorros, guantes porque a esa hora las mandarinas están congeladas, toda la helada que hay en los arboles se te cae arriba, y de a ratos no sentís los dedos. Así 8 horas, 9 o 10 depende el clima, el tamaño del campo, y la velocidad de los “pickers". Llegábamos a casa destruidas después de la jornada laboral, y había que ir al jardín a cortar leña y prender el fuego nada de split frío o calor. Fueron algunos meses duros.

A pesar del cansancio, propuse ir a ver el amanecer. Hay una montaña en Gisborne, donde se ve el amanecer detrás de la ciudad. Gisborne es la ciudad más al este del mundo con lo cual el que vea el amanecer desde esta montaña será la primer persona del mundo en ver salir el sol ese día. Semejante hazaña tenia que ser realizada, y así lo hicimos en nuestro único día libre de la semana a las 6 AM estábamos ahí. Siendo las primeras del mundo en ver salir el sol. A nadie se le ocurría decir que no. Estábamos todas ahí, en la misma, siendo parte de algo que no nos queríamos perder. El NO lo habíamos dejado en casa, en la cama que dormíamos todos los días. En ese momento no me había dado cuenta aún del poder del SI.

Si sabés donde buscar vas a conocer la gastronomía local y vas a tener que volver a replantearte todos los pre conceptos que tenias

En Gisborne conocí a All, un Maori de unos 65 años que me llevo al club a jugar al tenis con todos sus amigos. Uno de los fines de semana hacían un Hangui, la comida típica Maori que se prepara abajo de la tierra, meten carne y verduras tapadas y les ponen unas piedras calientes arriba. All me invito a ver como lo hacían. Se los conté a mis amigas al volver a casa y estuvieron tan felices como yo de venir a ver de que se trataba. Esto fue un poco lo que paso.

El típico asado Maori en el club de la ciudad, yo saltaba de felicidad, y que alegría saber que era compartida. Otra vez el Si sin peros, ahí firme, era la convicción de que estábamos en sintonía, viviendo. Finalmente la comida, tenia mucho sabor a tierra y no la pudo comer nadie, así que se la dimos al gato que al rato estaba convulsionando en el patio, pero esa es otra historia.

Vas a tener una lista de momentos bizarros para presumir

Otra vez, no me pregunten cómo, pero terminamos dando una charla en un escenario a un grupo de Rugbiers que habían ganado un partido y estaban festejando. Las situaciones bizarras se sucedía una atrás de otra y creo que era por la convicción del SI.

Recuerdo otra en la que salimos a buscar trabajo y un pescador se sintió mal por no poder ayudarnos así que nos regalos 3 langostas gigantes vivas, para que comamos. Caminaban por el baúl del auto, y esa fue la historia de como salimos a buscar a trabajo y volvimos con tres langostas.

Te vas a convertir en el director de orquesta de tu vida

Salir de casa me ayudo a encontrar gente con la que estaba en la misma sintonía, que me decía que si a cada plan, que no eran mis amigos de toda la vida, sino amigos que comparten los mismo intereses que yo; interés por viajar, por la naturaleza, por la historia atrás de una foto, por los kilómetros de ruta con mate y Spinetta de fondo.

Rodearse de amigos que ardan la vida,que lleven el Si tatuado en la frente te hace vivir a pleno, te hace entender que tus amigos de toda la vida siempre estarán ahí porque las circunstancias los juntaron y no por eso los querés menos, pero estos los elegís vos. Yo había dejado de hacer muchas cosas en Argentina, había escuchado muchos no. No es que mis planes fueran muy normales tampoco, debo admitir que he tenido ideas como hacer el cruce de los andes, escalar algún volcán o crear una ONG. Tampoco era muy fácil decirme que si, pero acá los Si venían hasta siquiera sin saber de que se trataba la propuesta. Desde ametralladoras. Lo que dábamos por sentado era el SI.

 

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Juliana Maese

Máster en Periodismo de viajes, Licenciada en Turismo, Agente de viajes, Técnica en Administración Hotelera.

Matteo Valesani

Chef, experto en cocina de baja temperatura y cerveza artesanal.